La ofrenda

            El niño dejó escapar la flor, la elevó por encima de su cabeza, alzando los ojos para despedirse de ella y la soltó. El viento aquella mañana azotaba la costa con saña, con la otra manita agarraba la barandilla que precariamente se balanceaba en el mirador, las olas se alzaban amenazantes. Su padre gritó a lo lejos, no alcanzaba a ver su silueta, quedaba oculta tras el muro que llevaba a las escaleras donde tantas veces había visto las puestas de sol con su madre. El niño lo vio acercarse y saludó con la mano, ahora libre. Supo que lo regañaría, por eso se adelantó.

– El agua vino a llevarse a Mamá, y con mi regalo nos la devolverá.

2 Comments

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s