En tu memoria

    María llegó a casa más tarde que de costumbre y, al principio, pensó que eso la había salvado de los ladrones. Entró en el salón y lo descubrió del todo revuelto. El armario abierto de par en par, los cajones fuera de los carriles y su contenido desparramado sobre la alfombra… El desorden imperaba en la estancia, sin embargo, en el momento en el que buscaba su teléfono móvil, reparó en que la televisión permanecía intacta junto al equipo de sonido y la videoconsola de su hermano, el último modelo del mercado.

    El ruido que llegó desde el fondo del pasillo llamó su atención. Echó mano de uno de los paraguas que guardaba en la entrada y del valor que residía en lo más profundo de su ser y se dirigió hacia allí.

    Caminaba como un gato, de puntillas, muy despacio. Alcanzó la puerta de la habitación de su hermano con la tensión acumulada en los hombros que sujetaban el peso del paraguas. El miedo en las costillas impedía que su respiración fuera profunda.

    Abrió la puerta con la mano izquierda y no pudo evitar emitir un sonoro suspiro al descubrir a su hermano sentado en el suelo. Al sentir su presencia, él volvió el rostro para enfocarla con unos ojos bañados en tristeza.

―¿Qué haces?―le preguntó, todavía paraguas en mano.

―Yo tenía una foto del abuelo.

    Él continuó con su tarea: mirar hoja por hoja un álbum de fotografías de la familia. Ella pasó a la habitación y se sentó junto a él. Tomó sus manos para que dejara lo que estaba haciendo.

―¿Por qué?

―No me acuerdo de su cara.

Su boca formó un puchero como cuando de niño no lograba lo que se proponía.

―No era muy fan de las fotos – le recordó ella con una sonrisa melancólica.

Él reanudó la búsqueda. Ella lo paró.

―Solo tienes que cerrar los ojos y viajar por tu memoria… Los columpios del parque, las excursiones al monte… ¿te acuerdas? ―él asintió poco convencido―. El chocolate con churros los días de tormenta. Los cuentos antes de dormir…

―¡Espera! ―él movió las manos como si pudiera detener sus palabras con ellas―¡Lo veo!



Imagen de Michal Jarmoluk en Pixabay

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